Serenidad

El compás del tiempo hace imposible entrever cuáles serán mis próximos pasos, así que debo confiar en la naturaleza de mi serenidad, la naturalidad con que soy asertiva, consciente; intuitivamente un pajarito cuyo nido es el mundo y que, por lo tanto, no se extrañaría de sus huevos coloridos. Tengo amor lejos de aquí y una salud que goza de sabiduría por si lo cotidiano me falla. Tengo paciencia para aceptar que mi propósito sea la bondad, incluso allí donde pareciera que me toman el pelo. Transformar el pavor en piedad y el espanto en dulzura, por todo cuanto exagerado cuidado recibió mi corazón cuando fui pequeña, para serlo también hoy en estas tierras del recuerdo que enseñoran a los sueños. Estas tierras cuyas yerbas me hacen remontar a la feminidad clave de la fuerza, el estupor de la templanza.

No conozco el rigor de las palabras mientras dicto a mis manos estos sentimientos melancólicos de familia, ¿Cómo es que no olvidé aquello que no fue absoluto, todo aquello que se asomó por la rendija de lo objetivo para sacar la lengua y desvanecerse? Nadie tiene una memoria tan poderosa, pero yo dormí doce horas anoche y al despertar me cuidé de conservar el rosado poroso de esa lengua para que dictara estas palabras, para que la realidad ocasional perdure en estas paredes de madera, perdure ante los tzunamis imaginarios, perdure ante la cruda obligación del dinero y se superponga a los rencores ancianos cuyo párkinson avienta mis tazas y desordena mi escritorio.

Que sea yo un pájaro o una mosca de volar optimista en los senderos galácticos que retrotraen a las abuelas y las amigas, a mi madre o mi prima enseñándome a compartir. Todas esas enseñanzas que pululan en el aire como motitas de polvo e incomodan mi ánimo ermitaño. Entre las galaxias que se pliegan sobre mi casa aparecerán las certezas de lo entrañable a protegerme de la confusión. Nadie sabe a ciencia cierta si la infancia es más real que la adultez, o cuáles llantos son más honestos, o cuáles confesiones son más desgarradoras. El compás del tiempo hace imposible entrever cuáles serán mis próximos pasos, así que debo confiar en la naturaleza de mi serenidad.